lunes, 8 de octubre de 2012

Diabetes y pareja, apoyo para tu ser querido

Por Susan J. Perry Educadora en Diabetes

Si tu pareja ha sido diagnosticada con diabetes seguramente tendrás muchas preguntas. Aquí te damos algunos consejos sobre cómo lidiar con este diagnóstico y como ayudarlo(a) a adaptar los cambios que trae consigo este nuevo estilo de vida.

Cuando tu pareja fue diagnosticada con diabetes, seguramente no solamente se transformó su vida, sino también la tuya. Los cambios en la dieta, los costos de la atención médica y los medicamentos, la preocupación acerca del futuro, los efectos que esto produce en los hijos e hijas, aunque ya sean adultos, tienen un gran impacto en la vida de ambos.

El sólo hecho de estar cerca de una persona con una enfermedad crónica nos trae ciertas preocupaciones, como:
  • Reconocer que tu esposo o esposa es una persona independiente. 
  • Saber cómo puedes ayudarle a controlar su enfermedad. 
  • Manejar adecuadamente tus propios sentimientos de angustia, depresión e incluso resentimiento, por las dificultades que el padecimiento te genera. 

¿De quién es la diabetes? 

Es importante recordar que tú y tu media naranja no son una sola persona. No importa cuánto te afecte su diabetes, ni cuánto te preocupe su salud y bienestar, o lo mucho que desees ayudar: la diabetes es de tu pareja, no tuya. No puedes tomar la responsabilidad de cuidarte en su lugar.

No te corresponde tomar decisiones o hacer promesas de que, ahora sí, va a seguir adecuadamente su dieta, a tomar sus medicamentos, o a hacer ejercicio.

El amor o preocupación por tu pareja no te dan derecho a convertirte en su guardián, o en su más feroz crítico. Aprender hasta dónde llegan tus límites no es fácil. Permitir que él o ella decida hasta dónde va a cuidarse puede ser algo muy complejo.

Estar cerca

Tú tienes un papel muy importante en la diabetes de tu pareja, uno que nadie más puede llenar. Puedes aprender todo sobre la diabetes y su manejo: hazle compañía en sus citas con el médico, acude a las reuniones de su grupo de apoyo o a las Asociaciones Mexicanas de Diabetes en distintos puntos de la República Mexicana. Puedes incluso mejorar tus propios hábitos de alimentación y ejercicio.

Sin embargo, la tarea que nadie más puede realizar se origina en aquello que los hizo querer estar juntos. Con o sin diabetes, es la misma persona de la que te enamoraste hace años. Sólo tú puedes hacer eso. Aunque no puedes poner toda la responsabilidad sobre ti, puedes decir, por ejemplo: “De verdad estoy muy preocupado(a) por ti y por nuestro futuro, cuando veo que no comes bien, que no haces ejercicio, o que no tomas tus medicamentos”. El sólo hecho de preguntarle “¿en qué forma te puedo ayudar?” demuestra tu apoyo. Algo tan simple como escuchar cuando te habla de su frustración acerca del tratamiento que debe llevar, puede significar mucho. Pregúntale qué es lo que quiere de ti y pon atención a su respuesta.

Si algo te irrita o molesta, trata de no enojarte u ofenderte. Sobre todo, no respondas algo como: “si te molesto tanto es porque te quiero”. Pues aunque sea la verdad, no ayuda. Es mejor si tratas de evitar actitudes que causen más fricciones entre ambos.

Llamada de alerta 

Trata de ver el diagnóstico de diabetes de tu pareja como una llamada de alerta para tu propia salud. ¿Llevas una vida saludable? Quizá fumas o tienes exceso de peso.

Quizá tu alimentación no es tan sana como debiera ser, no eres una persona muy activa o tienes mucha tensión emocional. Si es así, trata de cambiar tu estilo de vida, por tu propio beneficio. Hacerlo te ayudará además, a construir un puente hacia tu esposo o esposa.

Comer sanamente y hacer un poco de ejercicio, son metas en las que pueden trabajar juntos.

¿No hace caso? 

Observar que tu pareja no hace nada para cuidarse, puede causarte desesperación y enojo. Es difícil quedarse mirando sin mover un dedo cuando él o ella comen todo lo que se les antoja, se la pasan sentados viendo televisión, olvidan tomar su medicina y se niegan a revisar su nivel de glucosa.

Sin embargo, el hecho de no cuidarse es un acto de negación sobre el daño que puede causar la diabetes, por lo que, si tratas de interferir, su reacción será hostil. Platicar tranquilamente o recordarle de vez en cuando que coma bien y haga ejercicio puede hacerte sentir mejor, pero no va a cambiar las cosas. Aquí te ofrecemos algunas sugerencias para mantener tu mundo en orden cuando tu ser querido no hace caso de las recomendaciones:
  • Pregúntale si quiere salir contigo a caminar o acompañarte a hacer ejercicio. Si la respuesta es no, acéptala y ve a hacer ejercicio por tu cuenta.
  • Ofrécele una comida sana, pero no le ordenes comerla. Es mejor preguntarle: “¿qué prefieres, ensalada o nopalitos?”, en lugar de decirle: “hoy van a haber verduras y quiero que te las acabes”. Trata de consumir alimentos sanos, aunque él o ella no lo hagan. 
  •  Muérdete la lengua cuando tengas la tentación de regañar. Acepta que, de hecho, no puedes forzar a nadie a cuidarse. 
  • Separa tus sentimientos de enojo, resentimiento y dolor, de tus deseos de echarle la culpa. En lugar de decirle: “tu actitud está destruyendo mi vida”, trata mejor de plantearle: “me enojo cuando comes alimentos que te hacen daño”. 
  • No dejes que su diabetes te absorba completamente. Trata de tener tus actividades propias. 
  • Recuerda las cualidades que te hicieron enamorarte de tu pareja. Intenten encontrar actividades que los dos disfruten. 


¿Y tus sentimientos? 

No te olvides de tus propios sentimientos. Reconoce que te sientes preocupado o deprimido al pensar en el futuro, que estás resentido por la forma en cómo la diabetes ha invadido tu vida y por la carga extra que representa. Acepta que puedes estar furioso por el hecho de que tu pareja tenga diabetes.

Reconoce que puedes sentir desesperación porque su falta de cuidado puede ocasionarle complicaciones como pérdida de la vista, amputaciones o dado en el riñón. Si ya las tiene, es probable que sientas –sea o no cierto- que si se hubiera cuidado, podría haber evitado estos problemas.

Pero es mejor tratar de enfrentar el presente y pensar en lo que puedes hacer ahora. Si tienes alguno de estos sentimientos negativos hacia tu pareja, enfréntalos. No los niegues ni los ignores.

Reconócelos y luego, en forma tranquila, ayúdale a que vea tu punto de vista, de que entienda cómo su padecimiento ha afectado la vida de ambos. Muéstrale que tus sentimientos son tan importantes como las otras situaciones que tienen que ver con la diabetes. Si necesitas auxilio profesional, no dudes en conseguirlo: pedir ayuda es un signo de fortaleza, no de debilidad.

Puedes buscar apoyo en tu Asociación de Diabetes, con un terapeuta familiar o un educador en diabetes. Integrarse a un grupo de apoyo te puede ayudar a ver cómo otros han manejado las mismas situaciones por las que estás pasando.

A veces, sólo el hecho de hablar con alguien sobre tus sentimientos puede aligerar la carga. Intenta encontrar la manera de impedir que la diabetes afecte la relación, el amor, el compañerismo y el afecto que los ha mantenido unidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario